Salgo del
cuarto
hacia el
jardín
y más bien
parece
que entro en
algo.
Voy desde
las fauces calientes
del dragón
a la
hirviente caldera
de la panza
del lobo.
Al tiempo,
que siempre
es mi enemigo
por su
velocidad,
le suplico
ahora
que deje de
arrastrarse,
que remonte
su vuelo
para que
pronto
ya mismo
inmediatamente
con urgencia
y por todos,
se termine
el verano.
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