PONER EL CORAZÓN

Puso el corazón mojado
bajo el agua
a ver si resplandecía
en sus latidos.
Halló diamantes
más bien desesperados
en el súbito amor
de los rubíes.

Puso el corazón acongojado
en medio del estruendo
de alguna sinfonía.
Y repercutió el dolor
en largos corredores
que se habían convertido
en alcancías.

Puso el corazón amordazado
a gritar en aquellos corredores
y el eco le devolvió lo que ponía
sumándose a otras voces.
Puso el corazón
- ¿dónde dejarlo?-
en las manos de sátiros
y ángeles
que jugaron con él
hasta el hartazgo.

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