
De pronto el deseo
ya no es culpable.
La privación, sí.
Es un daño que otro
me inflige,
un delito ajeno.
De pronto el deseo
es puramente bello.
Es vital.
Productivo.
De pronto, no tiene
que ser silenciado.
La mordaza es culpable.
La vida se expresa
busca
se debate
se despliega.
La vida, cuando calla,
enferma.
La voz puede desafinar
herir
equivocarse
puede tocar al otro
hasta en sus lugares púdicos
puede insolventar
y dejar al descubierto
la vida
puede iluminar
y enceguecer
puede abrir heridas
que no estaban cerradas
puede dar miedo
puede quemar en llanto
y quebrar de la risa
puede incluso
desobedecer
olvidar
dejar de lado
pasar por alto...
pero el silencio
mata.
Silvia J. Lerner
(Material registrado)
ya no es culpable.
La privación, sí.
Es un daño que otro
me inflige,
un delito ajeno.
De pronto el deseo
es puramente bello.
Es vital.
Productivo.
De pronto, no tiene
que ser silenciado.
La mordaza es culpable.
La vida se expresa
busca
se debate
se despliega.
La vida, cuando calla,
enferma.
La voz puede desafinar
herir
equivocarse
puede tocar al otro
hasta en sus lugares púdicos
puede insolventar
y dejar al descubierto
la vida
puede iluminar
y enceguecer
puede abrir heridas
que no estaban cerradas
puede dar miedo
puede quemar en llanto
y quebrar de la risa
puede incluso
desobedecer
olvidar
dejar de lado
pasar por alto...
pero el silencio
mata.
Silvia J. Lerner
(Material registrado)
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